martes, 26 de febrero de 2008

CONTROL DE LECTURA II

"Cultura mediática y poder mundial" (Dénis de Moraes)



La vasta producción de tecnologías es proporcional a sus formas de uso, esta es la premisa de las tencologías multimedia.



Hoy en día, la informática, la telecomunicación y el factor comunicación convergen para dar paso a las "infotelecomunicaciones", los cuales multiplican los flujos informativos y la generación de contenidos. Los aparatos infotelecomunicacionales trabajan a través de la "forma" (es soporte técnico), el "contenido" (softwares, programas) y la "transmisión"(satélites, fibras ópticas, etc.).

La expansión de dichas tecnologías crea nuevos públicos, mercados y consumidores. El soporte técnico adquiere plusvalía cuando se integra a los sectores antes mencionados.

Grandes empresas de comunicación han logrado establecerse como holdings, las cuales remiten sus contenidos a otras fronteras sirviéndose de todo este desplegado tecnológico para integrar nuevas empresas y al mismo tiempo descentralizarse de su núcleo para poder acaparar nuevos consumidores.

Denis de Moraes define a un holding como: "La holding valora una red corporativa formada por elementos complementarios, pero mantiene una ascendencia sobre el todo, recurriendo a mecanismos de acompañamiento de metas de producción y lucro canalizados por la información de procesos y sistemas."

Las 8 holdings más importantes en el mundo del entretenimiento son: AOL-Time Warner, Viacom, Disney, News, Bettelsmann, NBC-Universal, Comcast y Sony.
En el ramo editorial se encuentran: Bettelsman, Time Warner, Viacom, News, Pearson, Hachette, McGraw-Hill, Reed Elsevier, Wolters Kluver, Thomson y Rizzoli-Corriete.

Una empresa puede mantenerse mientras sus ventajas competitivas y de capacidad creativa se lo permitan. Las industrias culturales agrupadas en holdings habrán de utilizar sus herramientas para satisfacer las localidades, regiones y continentes con el fin de proveer información, productos y al mismo tiempo una nueva cultura.

EL LIBRO (ENSAYO)

ENSAYO. Lupita Borja
LEYENDO ENTRE LÍNEAS

“De los diversos instrumentos del hombre, el más asombroso es, sin duda, el libro. Los demás son extensiones de su cuerpo. El microscopio, el telescopio, son extensiones de su vista; el teléfono es extensión de la voz; luego tenemos el arado y la espada, extensiones de su brazo. Pero el libro es otra cosa: el libro es una extensión de la memoria y de la imaginación”.
Jorge Luis Borges

Hoy, el libro es un objeto preciado por muchos, y despreciado por muchos más; así lo demuestran las cifras que posicionan al lector mexicano como un ente poco cercano al hábito de la lectura. Las razones son muchas, abarcan desde aspectos socioeconómicos, geográficos, culturales, educativos, burocráticos…es más, todos los rubros que cubren la polis del mexicano son pretexto para el escaso contacto con la lectura.
Erradicar esos pretextos es tarea de todos los que conformamos este país, pues las consecuencias que acarrea la carente proximidad con el libro crean una sociedad propensa a la pérdida del acervo histórico y cultural, empobrecida de capital cultural, llena de individuos frágiles: ignorantes que harán una sociedad de seres eternamente sometidos.
Los actuales esfuerzos por llevar el libro a manos de un ciudadano (lector) es una iniciativa que ha estado siempre presente teñida de un color transparente, y actualmente cobra mayor fuerza luego de la polémica que se ha desatado en torno a la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro (LFLL).
El presente ensayo es un esbozo de la realidad mexicana y sus vínculos con la lectura, tomando a consideración esta propuesta de ley que ha quedado rezagada y que hoy se pretende instaurar para beneficiar todos los rubros que engloban a la cultura puesta en un elemento único: el libro.



LEYENDO NÚMEROS
Según la Encuesta Nacional de Lectura[1], realizada por CONACULTA en 2006, los mexicanos leen un promedio de 2.9 libros al año y uno de cada cuatro no tiene libros en su casa ni ha visitado una librería. El 51% de la población que dice leer o haber leído no recuerda cuál fue el último libro que leyó. Un tercio de la población (30.4 %) declara no le gusta leer y una quinta parte (19.1%) prefiere otra actividad. Para el 14.6% de los mexicanos el precio de los libros es una de las tres principales razones que le impiden practicar la lectura.

Hay 11.6 millones de mexicanos en que se encuentran en una situación privilegiada por tener estudios truncos universitarios, universitarios y de posgrado. Este sector revela cifras alarmantes: el 18% (1.6 millones) dice que nunca ha ido a una librería; el 35% (3 millones), que no lee literatura en general; el 23% (2 millones), que no lee libros de ningún tipo; el 40% (3.5 millones), que no lee periódicos; el 48% (4.2 millones), que no lee revistas y el 7% (más de medio millón) que no lee nada: ni libros, ni periódicos, ni revistas.

En la ciudad de México (DF y zona metropolitana), según la encuesta, se leen 4.6 libros al año: 64.7% comprados, 16.5% prestados por un amigo o familiar, 10.2% regalados, 5.4% prestados por una biblioteca y 1% fotocopiados.
Todas estas cifras emanan de una población heterogénea en gustos y afecciones (que no son premisas únicas para no acercarse a las letras) en los cuales la lectura no encuentra un lugar, debido a la falta de políticas que el Estado debería subvencionar para establecer esa aproximación y gusto por ella.
Si el actual Plan Nacional de Desarrollo (2007-2012) busca posicionar a México dentro de las economía más competitivas del mundo, basándose en las estrategias de inversión en capital físico, ampliación de las capacidades de las personas y crecimiento elevado de la productividad, ¿no será que el desarrollo de capacidades debería tener una base firme que comience con el desarrollo de la lectura y la escritura?; pero no, el PND también señala que “no basta con saber leer y escribir; para competir exitosamente hace falta también saber utilizar las computadoras y tener acceso a las telecomunicaciones informáticas”.
Cierto, en la actual Sociedad de la Información que se sirve de las TIC (Tecnologías de la Información y el Conocimiento), el factor tecnológico impera en la transmisión de la información, pero pareciera que es más importante a aprender a usar un aparato, que saber discernir entre el bombardeo informático al que estamos expuestos; dicho bombardeo requiere de un pensamiento crítico-analítico para poder comprender la información y seleccionar acertadamente. Para ello, la lectura es pieza fundamental y primer eslabón de recepción y transmisión del conocimiento.

LEYENDO POR OTROS MEDIOS
Si otros medios han ocupado el lugar del libro en la transmisión de información y conocimiento, ¿por qué no servirse de ellos para promover la vuelta a la lectura?
En México se han desarrollado programas de difusión de la lectura, que van desde creaciones de clubes hasta emisiones radiofónicas y televisivas.
Durante el gobierno del Distrito Federal de Cuauhtémoc Cárdenas, desde el Instituto de Cultura de la Ciudad de México, Alejandro Aura impulsó el programa Libroclubes que consistía en ofrecer a cualquier vecino dispuesto a invertir su tiempo y su casa como residencia del club; se instalaba un stand y se donaba una colección de quinientos cincuenta libros. Este acervo no sería auditado, reclamado, ni cobrado por el gobierno. Cuando llegó López Obrador al poder, esta iniciativa desapareció y se transformó en Círculos Culturales, los cuales convirtieron a estos clubes en sitios políticos (debido a la propaganda que se hacía entorno al desafuero de Obrador), más que en puntos de lectura.
Otro programa reciente que resaltó la preocupación del gobierno por la lectura fue el de “Leer de boleto en el Metro”, que comenzó en la línea 3 y otorgaba ejemplares que habrían de ser leídos durante el trayecto, y devueltos al final del mismo. Sin embargo, la logística del proyecto decayó, y desapareció el programa.
Bajo el mando del secretario de Educación Pública, Reyes Tamez, se creó el programa Bibliotecas de Aula, el cual consistía en ocupar presupuesto de los Libros de Texto Gratuitos, a la producción de textos literarios accesibles para los niños, que englobaran temas representativos del país. Esta iniciativa tuvo éxito pues promovió el objetivo principal (la lectura) y ayudó al desarrollo de nuevas casa editoriales interesadas en impulsar estos temas.
Las televisoras se han interesado de manera exigua en la promoción de la lectura, pero lo han hecho. El Canal 22 lanzó al aire en 2001 El gimnasio, que luego se transformó en La barra de letras y culminó en el exitoso programa La dichosa palabra; una emisión en donde se departe una suerte de tertulia histórica, etimológica y literaria.
No sólo las televisoras culturales se han interesado en esto; Televisión Azteca desarrolló el proyecto Domingo 7, revista cultural con un fuerte acento en la divulgación literaria. Televisa muestra cierto interés en la promoción de la lectura, en donde en algunos de sus espacios noticiosos hay cabida para ello.
En la radio, programas como Voces interiores, Café encuentros, Lo sonado, Acentos, y La Tertulia son emisiones de corte literario que resaltan dentro de una radio cargada de espacios musicales y noticiosos.


LEYENDO EN OTROS ESPACIOS
El lugar del libro es por antonomasia la biblioteca; un espacio mágico en donde se encapsula el alma de los autores de todos los tiempos, pero pareciera que ahora esas piezas que integran la historia y la memoria están condenados a una vida de anaquel.
En México, la Red Nacional de Bibliotecas Públicas, creada en 1983 con un total de 351 recintos, hoy cuenta con 7,210 establecimientos que cubren el 92.71% de los 2,455 municipios de todo el país, siendo así uno de los sistemas culturales y educativos más amplios de México.

En los inicios de la Red, se contaba con una biblioteca pública por cada 240,000 habitantes. En la actualidad se llega a una biblioteca pública por cada 14,320 mexicanos, para un total de 0.34 libros por habitante.

El 91% de los recintos bibliotecarios de la Red corresponde a bibliotecas públicas municipales y el restante 9% lo conforman, además de la Biblioteca de México y la Biblioteca Vasconcelos, 31 bibliotecas centrales estatales, 200 bibliotecas regionales y más de 400 bibliotecas delegacionales, incluidas las denominadas centrales delegacionales, ubicadas en las 16 delegaciones políticas del Distrito Federal.

Esto respecta a las bibliotecas, que son espacios de consulta, sin embargo para adquisición de libros están las librerías, las cuales se encuentran centralizadas en el territorio mexicano, ya que el 94 por ciento de los municipios del país no cuenta con una sola librería. El número de librerías por millón de habitantes es de 18.

El Centro Regional para el Fomento del Libro en América Latina y el Caribe sostiene que la producción editorial de la América Latina hispano-parlante se puede agrupar en tres segmentos: el primero, conformado por Argentina, México y Colombia, donde existen industrias editoriales y gráficas desarrolladas y alta exportación; el segundo, integrado por Chile, Venezuela, Perú, Ecuador, Costa Rica y Cuba, y el resto de los países, con industrias editoriales con desarrollo menor.

En esa cadena del libro, de donde se empieza por la creación, se sigue con la edición, la producción, la distribución, el reconocimiento, la adquisición, la consulta, la puesta en un anaquel o en un estante de venta; ¿qué es lo que falla para no acercar a los ciudadanos a ser partícipes de este portentoso encadenamiento de capital cultural?
No bastan los espacios, ni la proliferación de casas editoras, ni los escasos programas, ni la incipiente promoción; debe haber incentivos tangibles y reales que se acerquen a los intereses de todos los que se involucran en el ciclo del libro; dichos estímulos deben estar mediados por el estado rector con propuestas firmes que lo involucren, para fungir también como un estado preocupado por preservar y difundir cultura.


LEYENDO LA LEY
La Ley de Fomento para la Lectura y el Libro (LFLL) es un compendio de veintisiete artículos, agrupados en cinco capítulos que engloban disposiciones que se gestaron a lo largo de mucho tiempo en torno al fomento del libro y la lectura. Esta ley se aprobó por la LIX Legislatura (2006), y fue devuelta por el presidente Fox con observaciones.
Esta ley ha sido de nuevo retomada con el fin de satisfacer aquello que quedó pendiente, y cobra revuelo en torno a la polémica que en últimos días se ha desatado respecto al sistema de precio único, que ha distraído a la opinión pública de otros ordenamientos que involucra la ley, tales como la creación de un Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura (un espacio de concertación entre autores, editores impresores y demás fabricantes, distribuidores, libreros, bibliotecarios, lectores).
La ley introduce, entre otros aspectos, las siguientes grandes novedades:
Establece para la SEP y el Conaculta la obligación de participar en la formación de lectores
Establece para la SEP y el Conaculta la obligación de determinar el Programa de Fomento para el Libro y la Lectura
Establece como obligación de la SEP la dotación de acervos para las bibliotecas de aula y escolares, lo que garantiza la supervivencia de este programa
Establece el Consejo Nacional de Fomento para el Libro y la Lectura
Establece el sistema de precio único
La cuestión del precio único ha levantado polémica porque perjudica a los libreros del interior de la República, ya que les impedirá trasladar a sus clientes los costos de transportación, que se suman a los costos de elaboración del mismo, y la venta de éstos es una especulación.
La ley Diderot, que el autor de la Encyclopédie enunció en su Carta sobre el comercio de libros decía: “ de cada diez libros que se publican, sólo uno, y esto es mucho, produce utilidades, cuatro cubren los gastos a la larga y los cinco restantes ocasionan pérdidas”.
Apostarle a la venta del libro es un riesgo inminente que viven todas las industrias que lo logran, pues no hay políticas que garanticen una óptima distribución y venta. La escasez de lectores deriva de esa descerrajada y corrompida cadena.






LEYENDO ENTRE LÍNEAS
Las cifras ofrecidas, el contexto actual, las iniciativas propuestas, la creación de una ley, y muchas más cosas que giran en torno al fomento a la lectura son apenas una revisión entre líneas de la realidad. Una lectura detenida nos llevaría a reflexionar sobre el fondo de un país sin cultura del libro.
Me parece triste pensar que un país como el nuestro, atestado de riquezas culturales, de un pasado extraordinario, una historia propia, híbrida; una geografía puntual para la confluencia de otros mundos, esquive la memoria y el valor de todo ello desvinculándose de un elemento que lo podría conducir a valorar, reposicionar y conocer lo que posee: el libro.
Los desposeídos de lectura no tienen esa condición por falta de afección a ella o por cuestiones meramente económicas, sino por un Estado que no se ha preocupado en distribuir los libros en los rincones más desprotegidos. Es cierto que primero hay que dar de comer para poder aprender, pero la lectura es también un elemento de la canasta básica intelectual que el gobierno debe proveer.
Con la Ley de Fomento para la Lectura y el Libro se daría un paso que comprometería más al Estado con todo el aparato que lo conforma; los riesgos tienen cabida, pero hay que tomarlos. Se apuesta ya no sólo a la salida de un ejemplar, sino a vínculos con el Estado, con otros medios, y organizaciones que hagan resurgir la lectura.
Deben tomar el riesgo las industrias, editoras, librerías y bibliotecas dejando de lado sus intereses monetarios, y anteponiendo aquellos que sean benéficos para la sociedad civil. Acercar al ciudadano a ser lector, representaría una ganancia para todos.
Si las tecnologías son el enemigo principal del alejamiento a la lectura, entonces habrá que aliarse con el enemigo. Portales como Amazon se sirven de la red para dar no solo un cuantioso catálogo de éstos, sino para usar la tecnología para acercar a un usuario y convertirlo en lector a través de los numerosos servicios en línea.
No es necesario crear grandes bibliotecas que funjan de almacén y engalanen de modo efímero a un analfabeta (recordar quien llevó a cabo la inauguración de la Biblioteca Vasconcelos). Lo realmente importante es fomentar el valor de la lectura, y recordar que ningún otro elemento existente en la tierra nos extiende el conocimiento como lo hace un libro.

[1] http://www.conaculta.gob.mx/PDF/PNC2007_2012.pdf

CONTROL DE LECTURA I

Sobre el texto "Elogio innecesario de los libros" (Carlos Monsiváis)

Es un texto que enfatiza sobre la pérdida del gusto por la lectura en nuestro país, el cual se da por varias razones, entre las cuales destaca la falta de promoción de ésta y la escasa enseñanza literaria que habríamos de recibir desde pequeños.
No obstante, hay elementos que han suplantado el ritual de la lectura, convirtiéndola en algo innecesario, obsoleto y poco práctico. El internet, los best-sellers, los libros de superación personal y el mundo sobresaturado de imágenes, son objetos que transforman el valor de la lectura.

La lectura es una herramienta que integra el elemento fundamental de la comunicación: un lenguaje; sin éste la articulación social sería imposible, es por ello que la lectura jamás podrá pasar desapercibida, aunque el valor de ésta decaiga cada día.

La educación, las instituciones, las empresas editoriales, el gobierno y los medios de comunicación han visto en la lectura un elemento básico, más no un elemento inherte al conocimiento.

ADJUNTO UN ENSAYO QUE REALICÉ HACE UNOS CUANTOS MESES SOBRE "EL LIBRO"